Avalista: ¿qué es y qué implicaciones tiene?

En el mundo de la financiación bancaria, la figura del avalista es, sin duda, una de las más cruciales. Pero, ¿qué es un avalista exactamente?. En términos sencillos, es quien se compromete a responder de tu deuda ante el banco en caso de que tú no puedas hacerlo. Es como si le dieras la mano a un amigo y le dijeras: "Si me caigo, tú vas conmigo". También es un aval lo que se llama como fianza, afianzamiento o garantía personal.  

... es decir ...

Piensa en el avalista como un "plan B" para el banco. Si por cualquier motivo dejas de pagar tu hipoteca, el banco irá primero a por ti, el titular. Pero si no tienes suficientes bienes o ingresos para saldar la deuda, se dirigirá a la persona que designaste como avalista. Y aquí es donde la cosa se pone seria.

Entender el papel del avalista es vital, no solo si tú mismo vas a avalar a alguien, sino también si vas a necesitar un aval para tu propia hipoteca. Es una responsabilidad enorme, que implica una obligación real y tangible.

Las dos implicaciones de ser avalista

Ser avalista no es un favor trivial; es una obligación legal y financiera con consecuencias muy reales. Al firmar, el avalista se convierte en un deudor más, con todas las de la ley, y es un punto que el banco jamás olvidará. Debes entender las dos implicaciones principales antes de tomar esa decisión:

Riesgo: Los bienes del avalista entran en juego. El banco puede ir a por los bienes de tu avalista, como su casa, su coche o sus ahorros, para saldar tu deuda. Un avalista no solo arriesga su situación económica, sino también su patrimonio. Es por eso que, en la mayoría de los casos, los avalistas suelen ser familiares muy cercanos (padres, hermanos) que confían plenamente en ti y que entienden las serias implicaciones de su decisión.

Responsabilidad: La obligación de pago. Cuando una persona se convierte en tu avalista, no está simplemente dando su firma como un gesto de apoyo. Está asumiendo una responsabilidad de pago legal. Esto significa que si tú, por cualquier circunstancia (pérdida de empleo, divorcio, incapacidad, etc.), dejas de pagar la hipoteca, el banco tiene el derecho de exigirle a tu avalista que cumpla con tu deuda. Y esto puede tener consecuencias muy graves.


¿Cómo puede reclamar el banco a un avalista?

¿Cuándo puede reclamar el banco al avalista?

Aquí es donde entra en juego el concepto del beneficio de excusión. En teoría, este derecho (de orden y excusión) obliga al banco a intentar primero cobrar del titular del préstamo y de todos sus bienes antes de ir a por el avalista. Suena bien, pero en la mayoría de los casos sucede que este derecho se renuncia expresamente en el contrato de hipoteca de modo que la deuda pasa a ser solidaria. Esto significa que el banco no tiene que agotar todas las vías contra el deudor principal y, de hecho, puede ir directamente a por el avalista en el momento en que tú dejes de pagar. También suele incluirse la renuncia al derecho de división, por el que si hubiera varios avalistas, la deuda se podría dividir entre todos ellos, pero en caso de incluirse esta renuncia, la entidad podrá exigir toda la deuda a uno solo de los avalistas.

La vía principal para evitar la renuncia a estos derechos y paralizar la reclamación del pago por parte del banco es que el avalista (al igual que el deudor) se encuentre en el «umbral de exclusión», cuyos requisitos podrás consultar aquí.

¿Qué bienes puede reclamar el banco?

El banco puede reclamar prácticamente todo el patrimonio del avalista, salvo que se establezcan límites a esa responsabilidad, incluyendo:

  • La vivienda.
  • Vehículos.
  • Cuentas bancarias y ahorros.
  • Cualquier otro inmueble o propiedad que esté a su nombre.

En resumen, el avalista pone en riesgo todo lo que posee para asegurar tu préstamo. Por eso, esta decisión solo se toma con una confianza ciega, generalmente entre familiares muy cercanos. Es un gesto de amor y, si me permites el humor inglés, de una valentía rozando lo imprudente.

¿Hasta cuándo se mantiene un avalista, para que pueda volver a dormir tranquilo?

El aval se formaliza directamente en la escritura de hipoteca, el mismo documento público que firman el deudor y el banco ante notario. Dentro de este documento, se incluye una cláusula específica donde se detalla tu rol como avalista. Por ello, la respuesta es tan sencilla como frustrante: el aval se cancela cuando la hipoteca se cancela. Es decir, cuando has pagado la última cuota y la deuda está saldada por completo. En ese momento, el avalista queda automáticamente liberado de cualquier responsabilidad.

¿Y no hay otra forma?, te preguntarás. Sí, pero es tremendamente difícil: Pedírselo al banco. Puedes solicitarle al banco que retire al avalista. Sin embargo, para que el banco lo acepte, tienes que demostrar que tu situación financiera ha mejorado sustancialmente (más ingresos, menos deudas) y que ahora eres capaz de hacer frente al préstamo tú solo. En la mayoría de los casos, el banco se negará, ya que el avalista es una de las mayores seguridades que tiene y figura como tal en la propia escritura pública de hipoteca, que habrá que modificar (ante Notario claro).

Así que, el consejo, lleno de ironía y realismo, es que la forma más segura de liberar a tu avalista es ser un buen pagador. En cualquier caso, siempre podrás consultar tu situación como deudor (principal o avalista) en la Central de Información de Riesgos del Banco de España o CIRBE.


¿Por qué el banco te pide un avalista?

La respuesta es simple y se resume en una única palabra: riesgo.

El banco es ese ente que le tiene un pánico tremendo al riesgo (de perder claro) … bueno, unos más que otros y es normal, ten en cuenta que el banco usa el dinero que la gente le deposita para conceder préstamos … «está usando dinero de otros» y por eso es tan receloso.

Es por ello que, antes de darte el dinero, hace un exhaustivo análisis del riesgo de cada operación. En función del resultado, si tus ingresos son bajos, tu historial crediticio no es perfecto (por haber fallado en algún pago de un crédito), o si tu situación laboral es inestable, el banco puede considerar que el riesgo de que no pagues es demasiado alto. Entonces te pedirá que busques un avalista para que el riesgo se diluya entre ambos y tenga más probabilidades de cobrar el préstamo si la cosa se complica a futuro.

En esencia, el banco necesita estar seguro de que, pase lo que pase, recuperará su dinero. El avalista es la pieza que le aporta más seguridad, de modo que si considera que tu perfil financiero no es lo suficientemente robusto, la forma de asegurarse de que, si tus ingresos se esfuman de la noche a la mañana o si tu negocio quiebra, es que detrás haya alguien más a quien poder reclamar. Para el banco, el avalista no es un gesto de cortesía; es una garantía de cobro.

No obstante, ten en cuenta que si te conviertes en avalista tienes derecho frente al banco para:

  • Que te entreguen la información precontractual
  • Recibir explicaciones detalladas sobre los riesgos que asumes
  • En caso de exigencia de pago de la deuda en lugar del avalado, a que te informen sobre dicha deuda en los mismos términos que al avalado.

Ejemplo de por qué tiene riesgo ser avalista ✍️

Imagina a un padre que avala la hipoteca de su hijo.

  • Situación ideal: El hijo paga su hipoteca sin problemas durante 30 años y salda su deuda. El padre nunca tiene que intervenir y el aval queda liberado. Fin de la historia.
  • Situación complicada: El hijo pierde su trabajo y, después de varios meses, no puede seguir pagando la hipoteca. El banco, tras intentar negociar con el hijo sin éxito, que no tiene más ahorros porque los destinó a la compra de su casa y no tiene tiempo de vender su casa para hacer frente a la deuda que ya le está exigiendo el banco. Éste entonces se dirige al padre, que es el avalista y que tiene una casa en propiedad y unos ahorros. El banco tiene el derecho de embargar la casa del padre o de exigirle que use sus ahorros para cubrir la deuda pendiente. El proceso tiene los siguientes plazos de acuerdo a la Ley de Contratos de Crédito Inmobiliario (LCCI):

Fase 1: El impago del deudor. El banco no puede ejecutar la hipoteca al primer impago, sino cuando el deudor haya acumulado un número de impagos significativos como se marcan los siguientes:

  • Durante la primera mitad del plazo de la hipoteca, el deudor debe haber impagado al menos 12 cuotas mensuales o una cantidad que suponga el 3% del capital total del préstamo.
  • Durante la segunda mitad del plazo de la hipoteca, debe haber impagado al menos 15 cuotas mensuales o una cantidad que suponga el 7% del capital total del préstamo.

Fase 2: El requerimiento del banco. Una vez que se cumplen los plazos anteriores, el banco no va directamente al juzgado. Primero, te envía un requerimiento formal, dándote un plazo de al menos un mes para ponerte al día. Es la última oportunidad para que el deudor (y tú, si te enteras como avalista) pongáis fin a la situación antes de que la maquinaria judicial se ponga en marcha.

Fase 3: El inicio del proceso judicial. Si el deudor no paga después de ese requerimiento, el banco interpone una demanda de ejecución hipotecaria en los juzgados. Desde el momento en que se te notifica la demanda judicial como avalista, tienes diez días hábiles para oponerte a la ejecución (por errores en el cálculo de la deuda, la existencia de cláusulas abusivas en el contrato hipotecario, o la existencia de un error de fondo en la demanda). Pero no siempre logran parar la acción del banco, sino más bien retrasarla o negociarla.

La ley asume que, al ser solidario, el banco tiene derecho a reclamar al avalista. La única forma de parar el proceso es pagando la deuda pendiente. Si tienes la capacidad de hacerlo, podrás evitar la ejecución de la vivienda. Luego, legalmente, te subrogas en los derechos del banco y puedes reclamar ese dinero al deudor principal.

Como puedes ver, ser avalista no es algo que deba tomarse a la ligera. Es un gesto de confianza enorme que puede tener consecuencias drásticas si las cosas se tuercen.

¡Buena suerte en tu búsqueda de casa y de préstamo hipotecario!, pero si quieres reducir esa suerte, habla con un Intermediario de crédito Inmobiliario autorizado por el Banco de España.


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